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PSICOLOGÍA (1º bachillerato) IES Santa Eulalia

Centro de educación especial

La Casa de la Madre

La Casa de la Madre

 

VISITA A LA CASA DE LA MADRE

 

Al llegar allí, lo primero que vimos fue un pequeño huerto donde les enseñaban a cultivar y cuidar el medio.

Más tarde nos enseñaron la organización del edificio. Nos impresionó, las modernas instalaciones como la piscina de hidromasaje que utilizaban para ayudar a los niños con parálisis, tenía una forma peculiar para poder manejar a los niños mejor. Ya que al estar en el agua se le relajaban mejor los músculos y la fisioterapeuta podía moverle mejor las articulaciones y los movimientos podían ser más amplios aunque hasta entonces no podía ser utilizada.

Entramos en una clase, donde se encontraban los niños más mayores pero solo había tres de los cinco que se encontraban normalmente en clase, una de ellos tenía además de la discapacidad intelectual, una discapacidad visual; que al encontrar dificultades para adaptarse a este instituto, fue trasladada allí. La profesora de ellos nos mostró cómo daban clase, el material que utilizaban y los libros de braille. Nos pusieron un vídeo donde nos presentaban todos los profesionales que allí trabajan, así como los alumnos que había en cada clase.

Luego, nos llevaron a la sala de estimulación multisensorial, donde por medio de luces y sonidos desarrollaban diversas capacidades de los niños.

Había una clase donde enseñaban a los niños a valerse por si mismos con respecto a las labores del hogar, un taller para que aprendiesen a manipular herramientas, enchufar cosas... Nos explicaron que cada cierto tiempo hacían excursiones a otros centros para que los niños pudiesen convivir con otras personas.

Por último vimos el aula de psicomotricidad, una sala con espejos, colchonetas y una moqueta; donde nos estuvo enseñando la fisioterapeuta las diferentes técnicas para estimular a una niña que tenía un defecto en las piernas. Con mucha paciencia y trabajo, lograron que esa niña, que llegó al centro en silla de ruedas, pudiese andar, coger cosas con las manos, levantarse del suelo o sentarse.

Lo que más nos gustó fue conocer a esa gente que trabaja allí y que hacía un labor tan humanitaria y sacrificada como levantarse cada día para ayudar a niños con deficiencia o cualquier otra enfermedad. Lo “peor” de nuestra visita al centro fue el sentimiento de impotencia al ver a los niños con dificultades, pues aunque ellos estuviesen felices, a nosotros nos dolía ver aquella situación,por ejemplo a aquel niño que se tenía que pasar durmiendo gran parte del día porque los médicos no eran capaz de encontrar una dosis adecuada, así que o dormía o tenía un carácter agresivo.

De todas maneras a pesar de todo califico esta visita como una de las mejores que hemos hecho nunca, porque nos ha mostrado una parte de la realidad que a veces pasamos por alto, a la que preferimos no mirar. Y en parte, te das cuenta de lo egoísta que eres en algunos aspectos de la vida, ya que solo piensas en ti mismo, habiendo tanto niños que no pueden disfrutar de las cosas como tu y en cambio se sienten felices.

Me gustaría volver a hacer otra visita al entro pero esta vez sin prisa de irnos, que podamos disfrutar con los niños o ayudar a los profesionales.

 

  • Marta Gago Castaño

  • Claudia Gijón García